viernes, 26 de julio de 2013

Cake pops Blancanieves

He redactado el post en un día aciago por el terrible accidente ferroviario ocurrido en Galicia; en mi modestia, querría acompañarlo de las condolencias para quienes han perdido a sus seres queridos. Pese a la tristeza, la rueda de la vida sigue girando devolviéndonos a la realidad de una vida frágil como el cristal, sometida a los vaivenes de la fortuna. Y aunque mis pensamientos vuelan libres hacia el confín de nuestra patria, acaricio a mi pequeña Candela cuando la acuesto leyéndole los avatares de un cuento atemporal como el de Blancanieves. Como ella, tras despertar de su sueño al amor, debo reconfortarme por hallarme viva y poder decir lo mismo de quienes me rodean.






Ingredientes:
-Restos de bizcocho, magdalenas,...
-Nutella, nocilla o queso crema tipo Philadelphia. (También se pueden hacer con buttercream, aunque en casa nos gustan más con nocilla, nutella o queso crema).
-Candy melts de distintos colores (son chocolates específicos para hacer estos dulces, aunque podemos utilizar chocolate normal, blanco, negro o con leche para empezar)
-Sprinkles, son perlas, corazones, estrellas de azúcar que servirán para decorarlos de una manera mucho más sencilla, pero igual de atractiva.
-Palitos para cake pops
-Espuma de floristería (tienen en todas las floristerías) o porexpán (se encuentra en papelerías y grandes almacenes tipo leroy merlin)

La receta de hoy no puede ser más sencilla. Eso sí, con la decoración de cada cake pop podremos perder todo el tiempo que queramos, añadiéndoles diferentes chuches para conseguir resultados sorprendentes. También os recomiendo posponerla hasta que las temperaturas sean un poco más moderadas, me ha resultado desquiciante trabajar el chocolate con estos calores. 

Desmigamos con las manos nuestro bizcocho (a poder ser casero) en un recipiente. Una vez desmigado iremos añadiendo la crema elegida, a cucharadas y mezclaremos bien con nuestras migas hasta conseguir una masa que nos permita hacer bolas (ni muy dura ni muy blanda). Cogiendo pegotes de la masa, hacemos bolas del tamaño aproximado de una nuez y vamos colocando sobre una bandeja o plato que meteremos a la nevera durante 1 hora y media aproximadamente (si tenemos prisa, podemos ponerlas durante 20 minutos en el congelador).
Derretimos los chocolates que vayamos a utilizar al microondas en distintos recipientes (con cuidado de que no se nos quemen) y sumergimos la punta del palito en el chocolate y se lo clavamos a nuestra bolita con cuidado (hasta la mitad aproximadamente), dejándola sobre la bandeja de nuevo. Repetimos el proceso con todas las bolas. Volvemos a enfriar durante 20 minutos en la nevera para que queden fijadas al palo.
Sacamos nuestras bolas y vamos cubriendo con el chocolate girando sobre el palito y sacudiendo con cuidado el sobrante de chocolate sobre el bol. 
Antes de que se enfríe dejamos caer sobre ellas los sprinkles elegidos y clavamos sobre la espuma de floristería o poliespán. Así hasta terminar. 
Así es como preparé los cake pops del cumple de Candela que podéis ver aquí, hoy me apetecía hacer algo distinto y este ha sido el resultado. Un dulce de cuento, diferente y apetecible. Espero que os guste, a mis peques les han encantado.


Con su retorno las buenas nuevas parecen sucederse. Carlota trae satisfactorias noticias del estado de James, quien poco a poco va recobrando su pulso vital. Ella está alegre y afronta los nuevos días con la ilusión desvanecida por el varapalo del accidente. Su presencia me da ánimo y ambas nos estimulamos con los descubrimientos de nuestros bien queridos amigos. Posponemos la zozobra de la fotografía hasta que podamos sonsacar a James y dejamos Londres y España a nuestras espaldas. Disponer de unos días y vaciar las arcas familiares ha sido coser y cantar; así que ni cortas ni perezosas nos hemos plantado en la terminal 4 de Barajas y hemos tomado el vuelo con destino Buenos Aires que nos permitirá
conocer a Margot y traernos de primera mano los testimonios escritos que nos ha ido facilitando por entregas. Quiero agradecerle en persona cuanto está haciendo por recuperar los retazos de la vida de Victoria y de paso presentarle a la buena de Carlota.
Ha dormido todo el viaje, como no podía ser menos, y se ha presentado hecha una rosa en la capital del río de la plata. El invierno nos ha recibido con suavidad, aunque desprovistas de ropa de abrigo, por lo que nuestros primeros pasos por la capital nos han encaminado al barrio de Palermo para visitar alguna tienda que nos provea de lo necesario. Una vez instaladas en el hotel, con la Plaza de Mayo como fondo, donde tantas veces han paseado las madres de mayo frente a la Casa Rosada, llamamos a Margot y quedamos con ella en Puerto Madero para degustar un mate y ponernos al día en sus últimas averiguaciones. Su reacción al sabernos en la ciudad ha sido de sorpresa, pero con rapidez se ha repuesto y se ha servido a acompañarnos en nuestras andanzas al otro lado del charco. Es tan habladora como Carlota y ambas han hecho buenas migas desde la primera impresión, lo que me da tiempo para detenerme en los últimos datos extraídos de la entrevista de Suri. Dicen así.

Todavía con el rostro contraído por la extrañeza de su respuesta, decidí seguir los pasos de Suri a través de la Avenida Nerudova por ver dónde la conducían. No quiso desvelarme el misterio y se mostró enigmática y risueña. Al quitarse las gafas de sol descubrí un velo blanquecino sobre el verde de sus pupilas y un constante lloriqueo de su lagrimal. Le ofrecí un pañuelo que tomó el punto. Por el camino me preguntó curiosa por cuanto íbamos viendo, pues sus recuerdos de Praga eran tan rudimentarios que se perdían en fachadas decimonónicas y alguna torre eclesial salvada del fragor del tiempo. Ahora la ciudad hervía de vida y se semejaba a cualquier otra ciudad europea, con edificios bailando al son del arte, rascacielos de puntas afiladas, y amplios espacios verdes para el esparcimiento. Bajo el Puente Carlos se haya una pequeña cafetería que da acceso a los barcos que surcan de recreo el Moldava. En una pequeña mesa lateral, con vistas al río, un anciano pasea su mirada entre las letras de un periódico pasado. Sin darme cuenta, bajo la atenta
mirada del caballero Bruncvick protegiendo la isla de Kampa, Suri me presenta a Sasha. Le doy la mano conmovido por un saludo que me lleva hasta 1943. Mi adorable dama se ríe con gracia de mi sonrojo y me invita a sentarme. Ellos se dan un beso en la mejilla y se estrechan en un abrazo que parece no querer lastimarlos.
Sasha es ahora un saco de huesos y ropas cayéndole por los hombros, de mirada vacía y manos temblorosas. Suri aquieta su continuo movimiento y le habla al oído en inglés. Asiente con la cabeza y me contempla, como quien mira a un pez en una pecera. Es ella quien habla: No tenga miedo, no se va a romper.- dice Suri. Se ha convertido en un anciano gruñón, pero mantiene la energía con que le conocí. Son sus recuerdos los que perturban su mente y le tienen sumido en el abandono . Debo contarle lo que ocurrió en aquel lejano periodo; pero quería hacerlo a su lado, pues él formó parte determinante de lo que aconteció.
Aquel año pasó raudo con alguna esporádica visita siempre de la mano de Andrew que actuó como su mentor. Pero las acciones se fueron volviendo más peligrosas y las visitas fueron espaciándose por culpa de la distancia, hasta que un día desapareció, se perdió en los recovecos de una Praga ocupada. Contactado por la inteligencia rusa, pronto fue descubierto y trasladado a la madre patria como desertor. Esa ignominia se castigaba con la muerte, pero Sasha tenía contactos en el servicio británico y eso le salvó del fusilamiento.Quizás hubiese sido lo mejor. Las condiciones en el gulag fueron devastadoras, sin asidero con que sustentarse, sólo una voluntad de hierro le mantuvo con vida. El terrible episodio del bosque de Katyn acabó por doblegarlo. Sus propios compatriotas se entregaron a la vorágine del mal por el mal y enterraron en los bosques soviéticos a oficiales, suboficiales y soldados polacos ejecutados sumariamente, militares y civiles en fosas comunes con apenas un ligero manto de tierra cubriéndolos. Su participación en el descubrimiento de los cadáveres bajo la fría temperatura de la incipiente primavera junto a otros prisioneros les convirtió en presas de la demencia. Sasha fue uno de ellos. Con el fin de la guerra su exposición al mundo fue la de un muerto en vida. Fue internado en un hospital hasta que los buenos cuidados de algunas enfermeras le devolvieron la voluntad de seguir. Pasarían muchos años hasta que pudo establecerse en Praga. En su locura regresó al lugar donde sabría que yo le buscaría, donde
retornaría para rehacer mi vida. Lo que no sabía es lo que había sido de mí. Y por aquel entonces, mi vida no era un lecho de rosas.
Con su desaparición me sumí en un profundo dolor que el paso de los días no hacía sino incrementar; no encontraba consuelo ni en la compañía de los míos, ni en el arduo trabajo, ni en las favorables noticias llegadas desde el frente. Y entonces apareció James. Volvió de su retiro en el campo, ebrio de determinación. Durante mucho tiempo me acosó con dulzura, me atosigó con promesas que me garantizaban una vida cómoda, me regaló los oídos con una voz suave y cariñosa, como ya no estaba acostumbrada a escuchar. Y sucumbí, me dejé enredar en la madeja de un porvenir en el que dejarme llevar. Fueron meses de requiebros, de cálidas miradas y recato comedido, hasta que obtuvo lo que tanto ansiaba, mi consentimiento. Se fijó la fecha, pese al alboroto suscitado, comenzando una existencia insospechada de marginación, ira y maltrato.
El temblor de su voz hace surgir el llanto de sus entrañas. Sasha posa su mano en el antebrazo de Suri y besa su muñeca. El gesto del ruso pone punto y final a la historia. Quizás pueda retomarla en otro momento, o quizás sea agua filtrada entre las piedras de la que nunca sabremos su frescor.
Tímidamente me incorporo y abandono mi mirada en las olas que levanta el ferry que surca el Moldava; lentamente las ondas se van perdiendo y aunque aguzo mi vista, la lisura del agua es la constante. Suri me indica que necesita descansar y la comprendo. Allí se quedan bebiendo a pequeños sorbos, cuchicheando como dos adolescentes, mientras mis pasos resuenan en los adoquines camino de un puente que me lleve a la Vieja Praga.

Se ha hecho el silencio. Carlota y Margot han ido escuchando mis palabras hasta quedar enmudecidas. Ninguna se lo esperaba. Tampoco yo, poco dada a las sorpresas. Las tres nos preguntamos por ese callado futuro de Suri y nos proponemos ponernos en faena para desentrañar sus días sucesivos. Entre tanto nos ha pillado la noche y regresamos al hotel dejando a Margot en su morada bajo la promesa de un encuentro a primera hora. Buenos Aires se tiñe de rosa en el ocaso con nubes que amenazan lluvia. ¿Tal vez no pueda dormir por el jet lag, o será por Suri?




13 comentarios:

  1. Bueno, bueno, qué cosa más linda!!!

    ResponderEliminar
  2. Qué bonitas!!!
    Te han quedado estupendas!
    Una entrada muy bonita...
    Un beso!

    ResponderEliminar
  3. Que bonitos....
    El relato me encanta.

    Mercedes

    ResponderEliminar
  4. que monada de cake pops, muy originales. Además escribes unos relatos preciosos, eres una artista

    ResponderEliminar
  5. Ohhhh!! Me he imaginado paseando con ustedes x los lugares que nombran!!!! Y me ha dado mucha alegria!!!!!! Ojala fuese posible!!!!
    Y tienen razon, el reloj daria vueltas sin sentido, entre charlas risueñas acompañadas de bocados para el alma y el cuerpo!!!
    .ohhhh! Y tendriamos imagenes de nuestros paseos para adjuntar al libro de Lady Victoria !!!!! Y x que no? Soñar no cuesta nada!!!
    Cariños!!!!!
    Y que se recupere pronto James para asi saber quien esta en la fotografia!!!!

    ResponderEliminar
  6. Monísimos estos cake pop!!!
    Menudo trabajazo!!!
    Besos.
    Marian.

    ResponderEliminar
  7. Que graciosos que son! te han quedado genial, enhorabuena.

    Un abrazo, Raul.

    ResponderEliminar
  8. Son super originales!!besos
    dezazu.blogspot.com.es

    ResponderEliminar
  9. Qué bonitas palabras sobre el accidente de tren. La verdad es que todos los días tenemos que dar gracias, nadie estamos exentos de algo así. Todos viajamos en tren, avión, coche y no pensamos que esto pueda ocurrir, pero ocurre. La receta no me parece tan fácil, jajaja, y menos decorarla, seguro que me pasaría la tarde. Hoy no tengo tiempo de leer la historia de Carlota y Margot, pero el próximo día la continúo desde aquí. Los peques me esperan en la piscina. Besoooos y disfruta el mes de agosto. http://40ytantas.blogspot.com

    ResponderEliminar
  10. Tienes unas manos maravillosas. Y si, después del accidente de Galicia todos debemos dar gracias por seguir vivos e intentar acompañar con nuestra energía positiva a aquellos que sufren. Un beso

    ResponderEliminar
  11. EStupenda entrada me ha llegado al corazón. besos

    ResponderEliminar
  12. Nunca mejor dicho ¡un dulce de cuento! Hoy leo un ratito antes de irme a dormir, me quedé en el capítulo anterior. Besoooos http://40ytantas.blogspot.com

    ResponderEliminar

Me gustan tus comentarios, me encanta leerlos todos, gracias por molestarte en escribirlos.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...