viernes, 1 de marzo de 2013

Gominolas caseras




Toda la mañana intentando contactar y ha sido imposible. El teléfono suena hasta que se corta la señal. Así que hemos dedicado el tiempo a Selfrieds y Oxford Street para acabar en Hyde Park.
Hace frío y tengo el cuerpo destemplado; desconozco si son los acontecimientos que se precipitan los que me han alterado tanto. Carlota parece disfrutar con la emoción y camina y camina con paso presuroso hasta que en un Starbucks reposamos nuestros huesos; abrimos el libro de Victoria y leemos ávidas de noticias.
Cómo siempre, vamos antes con nuestra receta.




Ingredientes:
-12 hojas de gelatina neutra
-1 sobre de gelatina en polvo del sabor elegido
-200 ml de agua o zumo 
-275 gr de azúcar
-Azúcar para pasar por el las chuches una vez cuajadas
-Aceite de girasol o spray desmoldante
-Moldes de silicona con distintas formas 

En nuestro caso, las de frambuesa están hechas con agua y las de limón con zumo natural de limón, las dos estaban muy buenas, pero las de limón si os gusta su acidez natural os van a encantar.

Comenzamos poniendo las hojas de gelatina a remojo en agua fría.
Ponemos el resto de los ingredientes en un recipiente y llevamos a fuego suave hasta que todo esté perfectamente disuelto. Retiramos del fuego y vamos añadiendo sin dejar de remover las hojas de gelatina, bien escurridas, de una en una. Untamos bien nuestros moldes con el spray o el aceite, para que al sacarlas salgan nuestras figuras perfectamente. Vertemos la mezcla en los moldes previamente untados con el aceite o el spray, y dejamos cuajar 12 horas a temperatura ambiente.
Después de desmoldarlas, las pasamos por azúcar y a disfrutar.
Ahora si, vamos con nuestra carta.


Querido Andrew:
Ha ocurrido un hecho extraordinario. Cuando una piensa que está seca por dentro, que nada puede moverla a la lágrima, hay algo que te sacude como un terremoto emocional. Hace justo una semana en que Annie me tomó de la mano y me llevó hasta la estación de Liverpool. No pude sacarle ni media palabra de lo que pretendía llevándome allí; así que la seguí dócilmente. Había un gran alboroto de personas en el hall y la gente gritaba sobre las voces de los demás para hacerse oír.
El pitido estridente del tren, el puesto de prensa, los padres regañando a los niños. Entre la muchedumbre apareció un hombre de unos treinta años, con un gracioso bigote y pelo engominado que besó a Annie en ambas mejillas y me tendió la mano respetuosamente. Era el agente de bolsa Nicholas Winton, un filántropo adinerado que había fundado el Comité Británico para los Refugiados de Checoslovaquia. Sección para niños. Tenía una sonrisa triste y en su agitación no paraba de impartir órdenes entre los voluntarios que le acompañaban. Una turbamulta de niños había descendido del único tren que en ese momento ocupaba el andén y cuya procedencia podía leerse en el lateral del vagón: Praga. Capital que sólo dos días después sería ocupada por el ejército alemán.
De la mano de Nicholas venía una niña de alrededor de once años, a la que presentó como Suri Vislovitz. Tenía los ojos enrojecidos y temblaba de miedo cuando Annie se acuclilló, le tomó la cara entre sus manos y le depositó un beso en cada párpado con tanta ternura como fue capaz. Yo seguía enmudecida por la atmósfera de la estación y no daba crédito al trasiego de niños y adultos que se abrazaban, se besaban y se acercaban a un improvisado despacho en que entregaban los formularios de acogida. Annie se acercó con Suri hasta allí y entregó 50 libras (destinadas al gobierno), de modo que un tampón certificase que Suri quedaba bajo su amparo. A esas alturas no pude contener las lágrimas; de súbito comprendí que aquello de lo que me hablara en días pasados conocido como kindertransport la había conmovido y no pudo permanecer indiferente. Sin mediar palabra me sonrió dulcemente y no tuvo que decir nada. Al punto me solidaricé con ella y me apiadé de Suri y de cada uno de aquellos pobres infelices, entregados por sus padres para salvar sus vidas en tanto ellos se exponían a la detención, los campos y el exterminio. Me desmoroné imaginando la escena plena de sufrimiento de cientos de padres aferrados con las uñas a esos hijos que debían dejar marchar, con unas pocas viandas, y un hatillo con cuatro pertenencias. La luz de sus ojos apagándose en un tren que se escapa entre la noche. Ese tren cargado de niños judíos llegó a Londres tras recorrer Checoslovaquia, Alemania y Holanda, cruzar en ferry el canal de la Mancha y de nuevo en ferrocarril acceder a la capital. ¿Cuántas penurias no pasarían esas criaturas expuestas a las miradas insidiosas de los arios, a la indiferencia de los holandeses y a las exigencias de los ingleses? Suri era todo paz y dulzura, envuelta en un abrigo raído y unos zapatos gastados, irradiaba un aura de luz a pesar de su infinita tristeza. Su mirada huidiza buscaba con desesperación a otras compañeras de infortunio: Eva, Lorraine, Hedy, Inge. Todas ellas se fueron perdiendo en el tumulto; tiempo habría de averiguar sus paraderos y así intenté explicárselo por señas. No sé si me entendió, pues bajó la mirada, abrazó su ajada maleta de piel marrón y se acurrucó entre la falda de Annie sollozando desconsoladamente.
Nicholas se despidió cortésmente. Alejándose pude ver al salvador de esos niños indefensos. ¿Por qué lo hizo? Seguro que cada uno de los presentes se hacía la misma pregunta Unos pocos héroes anónimos caminando entre nosotros. Agradecí sus desvelos, su tenacidad, su espíritu indomable. Sentí una envidia sana por no estar a la altura. Yo había luchado por Julen. Ahora Annie caminaba con Suri. Dos almas desplazadas, lejos de sus hogares, sin vínculos de sangre en la proximidad. Tan parecidos. Tan tristes. Tan sólos. Determiné ser la parte importante para Suri que me dejase Annie, su apoyo en el dolor y la desesperación, más hermana que madre. No me salía la sonrisa, así que acaricie su pelo lacio sujeto a dos coletas, deposité un lacónico beso en su coronilla y le tomé la maleta en tanto nos encaminábamos hacia la estación de metro para regresar a casa. A su nuevo hogar. A su nueva vida.
Como puedes ver, crece esta familia que dejaste en mi persona y expectantes aguardamos la vuelta del faro que nos guíe en esta noche que se cierne sobre Europa como bestia engullendo a sus hijos.
Te quiere en la distancia. Victoria. Londres a 21 de marzo de 1939.

Sorpresa superlativa. Otro personaje aparece en escena cuando creíamos tener el cuadro completo.
Rastrear su procedencia parece una labor apasionante. Sin embargo, no todo me resulta ajeno.
Recuerdo haber visionado un documental de título “into the arms of strangers”, donde se narran las vicisitudes de 669 niños arrancados a la muerte en Praga gracias a la labor de Sir Nicholas Winton. ¡Así que Victoria llegó a conocerlo en persona!. Esta mujer no deja de sorprenderme. Le pido a Carlota que tomemos el metro hasta Liverpool Station para contemplar el memorial que recuerda el kindertransport. No pone objeciones, y aunque cansadas nos presentamos con respeto ante la estatua conmemorativa. No puedo evitar sentir una abrumadora tristeza contemplando a esos niños que viajaron con lo puesto hacia un destino incierto, sin lengua conocida, con otra religión y otras costumbres en sus flacas alforjas, desarraigados de su casa y sus familias, huidos, deportados, abandonados a una suerte dudosa; en manos de gentes, las más de las veces de buen corazón, las menos buscando mano de obra en granjas y campos de cultivo. Salvaron la vida, bien es cierto. Pero ¡cuánto pagaron por ello!. En la figura femenina de la escena reconozco a Suri, en el abatimiento, en la mirada perdida, en el abandono de todo cuanto fue.
Nos retiramos al hotel con un vacío en la boca del estómago. Alegres por cuanto significa la buenaventura de Suri y su feliz futuro junto a Annie y Victoria; aunque terriblemente apenadas por todos esos infantiles rostros con la vida truncada de raíz. Hoy dormiré mal, o quizás sueñe con Suri, Eva, Lorraine, Hedy, Inge, y tantos otros.





22 comentarios:

  1. Wow! Qué pinta tienen esas gominolas!!!

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  2. madre mia que pinta tienen esas gominolas por favor!!

    Vengo de la fiesta de enlaces porque me llamó muchísimo la atención tu foto, y veo que no engañaba en absoluto!!

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  3. aish! no sabía cómo se hacían! gracias por la receta!!!
    me pillas en medio de una lasaña, luego me paso a leer l'histoire d'amour! ;)

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  4. Que pinta tan exquisita tienen esas gominolas, seguro que me animo a probarlas. Gracias por pasarte por mi blog, tienes aquí una nueva seguidora ^^
    Un besito :)

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  5. Ángeles las gominolas están de muerte!!
    Me encantan, yo también las hago....uy que ganas de ponerme a ello....
    No sigas metiendo personajes nuevos que me pierdo!!!...jajaja

    Un abrazo,

    María

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  6. hola!! vengo de la fiesta de enlaces.. qué buena pinta tienen esas gominolas! creo que se me ha acaba de crear la necesidad de probarlas. Me quedo por tu blog, besicos!

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  7. Genial receta!! ME voy a poner a ello!! ahora no me dará tanta tirria que mis hijos coman chuches!!!
    Felicidades por el blog!! Me voy a quedar por aquí!!
    Saludos!!

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  8. mis hijos las atacarían jejejeje!!!!!

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  9. Madre mia, gominolas caseras!!!

    Mi perdición a partir de ahora...me encantan las chuches en general, pero si ahora las puedo hacer yo.....mejor que mejor!!!!

    Me parece una receta sencilla y super llamativa. Las fotos son super apetitosas :-)

    Por aquí me quedo. Vengo por la fiesta de enlaces del blog de Blanca!

    Un besito,

    Alicia

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  10. Están muy ricas, la textura es algo mas blandita que las industriales, pero de sabor nada que ver, sobre todo si utilizas zumo natural en lugar de agua. Encantada de tenerte por aquí.
    Un beso.

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  11. Gominolas, mmmm sera una receta para apuntar, a ver como salen! Tienen un aspecto muuuy apetecible, asi que pronto ya no tendré que comprar para mi hijo. Me quedo por aquí cerca! :)

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  12. Buenooooo, ya tengo la receta guardada para hacerlas. Seguro que están divinas y con lo que me gustan a mí las gominolas! Vengo de la fiesta de enlaces. Un abrazo.

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  13. Qué ricas!!! Se me ocurre ponerme a hacerlas ahora mismo pero lights jeje. Un besito, me suscribo :)

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  14. Me encanta la idea de hacer gominolas caseras. Siempre serán más sanas que las compradas.

    ¡Estoy requeteviciada con las andanzas de Lady Victoria! ¡Quiero más!!

    Besos.

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  15. mmmmm,que pinta tienen!!!lo malo que seguro me las comerìa todas de una sentada.....jeje!!
    vengo de la fiesta de enlaces!!ciaoooo

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  16. Angeles, hasta que haga tus chuches en casa, ven a recoger un detalle de mi blog. Espero que te va a gustar! Besos, Mara http://nosolocupcakesconmara.blogspot.com.es

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  17. Que alegría me acabo de llevar viendo esta receta en la fiesta de enlaces!!!
    No sabía que se podían hacer gominolas caseras!!!Si duda las prepararé ya te contaré como me quedan.Gracias por compartir esta maravillosa receta:)
    Me quedo en tu blog par no perderme ninguna de tus publicaciones!!!
    Un besazo y gracias!
    merengue y frambuesa

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  18. Seguro que a mi hija le encantarían!!!

    Un abrazo,

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  19. Con el vicio que tengo yo por las gomis.....se me ha quedado cara de boba viendo tu post! Me encanta!
    Me apunto la receta. Se ve tan fácil!

    ;))

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  20. Que ricas!!
    Pasate por mi blog a recoger un premio pa' ti!!!
    MUACK!!

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Me gustan tus comentarios, me encanta leerlos todos, gracias por molestarte en escribirlos.

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